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lunes, 21 de abril de 2014

La suerte de amar lo que haces y hacer lo que amas

Llevo un tiempo exponiéndome a mensajes sobre lo maravilloso que es hacer lo que amas y amar lo que haces; la gran felicidad que reporta dedicar tu vida a la profesión de tus sueños, a explotar ese "elemento" que te hace ser único e irrepetible. En suma, a una existencia en la que no cuentas los días para que llegue el viernes y la vuelta de vacaciones es casi tan placentera como ese viaje a Torremolinos del que acabas de volver.


Ah, el futuro.

Todo eso está genial pero tengo una pequeña duda

¿Cómo narices averiguas esa pasión que te sacará de tu horario de oficina para hacerte feliz?

Ah, la cosa cambia ahí. Es genial interiorizar esos mensajes de motivación pero cuando llega la hora de la verdad, a ver quién es el listo/a que sabe lo que quiere y los lleva a la práctica. 

Apuesto a que no te faltan ejemplos: Fulanita de tal es una crack al teclado y va a dar un concierto este martes, flipa con la fotografía que ha hecho Mengano o alucina pepinillos con el relato de Pepita Pérez.

Y tú aquí, leyéndome en vez de ser la repanocha en algo que además, te encanta.

Relaja la raja y deja de rumiar ¿Por qué yo no? Reconozco que no soy ninguna de estas personas pero tras varios café vainilla he llegado a la conclusión de que encontrar ese "algo" que te permite abrazar los lunes es como el amor: en el momento en el que dejas de buscarlo, aparece. Y sinceramente, así como hay gente que nunca se enamorará de verdad, no todos vamos a encontrar esa "rareza mágica de la felicidad". Habrá quienes la tengan delante de sus narices pero cegados por llegar a lo óptimo la desprecien; habrá quienes la conozcan y les encantaría aprovecharla pero nunca lo harán por miedo al fracaso y al sufrimiento. Incluso algunos coquetearán con ella pero se rajarán al ver que la cosa va en serio. 

De momento, no te rayes. Deja de hacer interminables test de habilidades y céntrate en ti. Todos tenemos algo y aunque no quiero caer en el tópico de que somos únicos porque eso demostraría mi falta de originalidad, lo hago. Simplemente disfruta de lo que te gusta y no te rayes por encontrar el trabajo de tus sueños o aquello que te eleva a tu esencia. Existir, existe pero pocos son los afortunados que en el futuro podrán asegurar que se dedican a lo que aman. Que mucha gente hable de ello no quiere decir que sea lo más frecuente.

En su defecto y siempre, ve por la vida con un HAKUNA MATATA tatuado en la frente. 


lunes, 25 de noviembre de 2013

¡Atrévete a soñar! (Somniare aude)

Corren malos tiempos para los soñadores; para los que invierten las horas de clase dibujando o haciendo ritmos con los pies; para el que escribe un poema a hurtadillas y para el que recita en silencio un guión. No están hechos para vivir de lo gris y rutinario sino de ellos mismos. Mientras teclean desde su oficina el lado creativo del cerebro se convierte en una explosión de ideas, colores y figuras que aún no han encontrado voz. Fantasean apuntando todo ello en una libreta pero cuando acaba la jornada en el cubículo y relee las notas en el metro, se le antojan una tontería.

Su arte solo choca con barreras: conocidos, amigos y sobre todo familia le recuerdan que lo suyo está bien como hobby pero que de eso no se vive. Como si no se naciera para crear sino asumir lo que ya existe. Otra cosa parece coartarle: no es el mejor. Por mucho que se esfuerce siempre encuentra a alguien que le supera. Justo esa es la coletilla de los que quieren que abandone sus ideas locas de artista y vuelva a sentarse en el cubículo. A ser alguien, el mejor, el que más dinero gana y el que contempla sus pinceles de refilón.

¿Saben qué? No me gustaría ser esa persona. Hay quien tiene la habilidad especial de aficionarme con cosas que, aparentemente, no tienen futuro; la destreza de no ser lo suficiente bueno para algunos ojos (un tanto) arrogantes. En el momento que sabes que has decepcionado a los que tantas veces te han repetido "de eso no se come" comprendes que estás comenzando a vivir tu propia vida. Tus errores y aciertos son solo tuyos, de nadie más. Sabes que necesitas un colchón y por eso, vas a la oficina y a clase sabiendo que el aburrimiento es la mejor fuente de inspiración. Haces que trabajas pero en realidad creas y cuando revisas los garabatos, solo tienes ganas de atreverte a hacerlo realidad y a soñar aún más.



Un día podrás vivir de lo que amas y eso está por encima de cualquier montaña de billetes.