jueves, 22 de noviembre de 2012

Mark David Chapman y El Guardián entre el Centeno.


El 8 de diciembre de 1980 John Lennon moría asesinado de cuatro tiros en la espalda y uno en el hombro a las puertas del edificio Dakota. Cuando detuvieron a su asesino, Mark David Chapman, este solo llevaba dos cosas consigo: la pistola y un ejemplar de El Guardián Entre el Centeno que había comprado esa misma mañana en una librería de Nueva York. 

Esta obra de Jerom David Salinger narra las desventuras de Holden Caulfield, un adolescente que huye a Nueva York a vivir por su cuenta después de haber sido expulsado de la escuela. La experiencia de Caulfield le ha convertido en un muchacho con una visión arisca del mundo, concibiéndolo de hipócrita. Su ademán sombrío evoca un carácter gris que inspira al lector angustia y depresión a la par que le acerca con el protagonista. No es raro lograr un sentimiento de identificación con el mismo, sobre todo si se está atravesando por una etapa de incomprensión y asco hacia los valores predeterminados de la sociedad.

Chapman fue una de las miles de personas que se veían en el personaje de Salinger. Había escrito en su libro “Esta es mi declaración”, firmándola como Holden Caulfield. Tras asesinar a Lennon esperó tranquilamente a la policía leyéndolo.

De la identificación a la obsesión

Mark David Chapman afirmaba en sus declaraciones policiales que gran parte de su persona era Holden Caufield, el resto “era el diablo”. El hombre que disparó al Beatle había conseguido pocos días antes su autógrafo y se había hecho una foto con él. En ese momento, casi cambia de opinión “Mi parte buena ganó y quería regresar a mi hotel, pero no podía. Esperé hasta que regresó. Él sabía dónde van los patos en invierno, y yo quería saberlo”. A lo largo del libro Holden Caufield se pregunta en varias ocasiones dónde van los patos de Central Park cuando el lago se hiela. Chapman había estado allí la mañana del crimen y como hemos visto, estaba seguro de que John Lennon sabía la respuesta a esa pregunta.

Holden Caufield, Salinguer, John Lennon y Chapman tenían bastantes cosas en común. Los cuatro habían sido adolescentes inconformistas e inadaptados con un notable desprecio hacia los adultos y al mundo en general. Odiaban las costumbres y los ritos y los cuatro pasaron por el YMCA, una organización religiosa juvenil. Allí Chapman estuvo cuidando niños, sintiéndoles tan cercanos que se sentía su protector. Holden Caufield experimenta una situación similar cuando dice:

"Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo cuando van entre el centeno, muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños, y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde del precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan en él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Yo sería el guardián entre el centeno"


Foto de archivo del hombre que disparó a John Lennon


Mark David Chapman quería salvar a los niños de caer en el "precipicio" del mundo adulto y vio en su cantante favorito- Lennon- un peligro para ese objetivo. No es para menos, el hombre que había cantado las bondades del Lucy in the Sky with Diamonds también había posado desnudo en las portadas de varios álbumes incitando a sus fans a “abrir sus muslos”. La idea de matar a Lennon no era nueva: Chapman había viajado a Nueva York en varias ocasiones para deshacerse del cantante y pasar a la historia por ello. Esos delirios de grandeza no eran sorprendentes: de pequeño solía inventarse amigos imaginarios y erigirse “rey” o “héroe” de todos ellos-así lo confesó a uno de sus psicólogos.


Imagen de Chapter 27, un filme que recrea la muerte de John Lennon y la obsesión de Chapman con El Guardián Entre el Centeno

En diciembre de 1980, consiguió ser el centro de atención y labrarse un triste hueco en la historia. A pesar de haber pedido la libertad condicional siete veces-la última este verano- Mark David Chapman continúa cumpliendo su sentencia